Tavira es la comunidad representativa de Portugal en la inscripción de la Dieta Mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO decidida el 4 de Diciembre de 2013 en la 8ª Conferencia Intergubernamental celebrada en Bakú Azerbaiyán.
Tavira está situada en el Algarve, en la región más al sur de Portugal y también la más mediterránea, por su clima, producciones y formas de vida.
El litoral integra el Parque Natural de la Ría Formosa, un ecosistema clasificado internacionalmente y protegido, constituido por islas-barrera y marismas, y considerado una de las zonas más productivas de la biosfera.
El “barrocal”, zona de transición entre el mar y la sierra con suelos de arcilla y calcáreos, conserva una flora diversa y adaptada, siendo el “cultivo leñoso de secano” una imagen destacada de estos territorios puntuados de olivos, almendros, algarrobos e higueras. Con los viajes planetarios de los portugueses llegaron otros productos, como los cultivos de cítricos que existen por toda la región.
En la sierra encontramos el característico bosque mediterráneo, con actividades de agricultura comunitaria, pecuaria, apicultura, caza y artesanía.
Tavira es una ciudad histórica, hoy también turística, con diversos patrimonios resultantes de la presencia de civilizaciones del antiguo mediterráneo. El paso de fenicios, romanos y árabes/bereberes ha sido confirmado por los trabajos arqueológicos y los materiales exhumados.
Más tarde, la ciudad de Tavira, situada en el estuario, estuvo íntimamente ligada a los Descubrimientos Portugueses de los siglos XV y XVI. En este periodo Tavira llegó a ser la mayor ciudad del Algarve, y era allí donde invernaba la escuadra portuguesa que patrullaba Gibraltar, el Norte de África y las costas algarvías.
El patrimonio militar y religioso, que incluye 21 iglesias y ermitas de varios estilos dentro de las 66 hectáreas del Centro Histórico, muestra la intensidad de la cristianización, la influencia del poder de las órdenes religiosas y de la aristocracia mercantil. El urbanismo mediterráneo se manifiesta en la estructura de las plazas y callejuelas, en las relaciones de vecindad, en los “tejados de tesoro” y en las “puertas de reja” que marcan la fisionomía de la ciudad.
Este patrimonio está vivo en las prácticas sociales y costumbres de las poblaciones, particularmente en las actividades productivas, festividades cíclicas y en la cultura alimentaria con productos y platos característicos de cada época del año.