El Algarve es un anfiteatro expuesto al sur, protegido por la sierra e influenciado por el clima mediterráneo. El municipio de Tavira posee un mosaico de paisajes culturales, creados por la interacción del hombre con la naturaleza a lo largo de los últimos mil años.
La sierra de pizarra, de suelos pobres y matorrales, desarrolló áreas sucesivamente “despedregadas” que permitieron el establecimiento de campos con cultivos de secano, alcornocales, encinas y el cultivo de algunos cereales como el trigo y la cebada, el cultivo de huertas familiares, el desarrollo de actividades pecuarias y el aprovechamiento de los recursos silvestres.
En la depresión periférica, por donde corre el río Gilão, surgen vegas y regadíos, huertas y cultivos leñosos salpicados de olivos, almendros, higueras y algarrobos.
La zona de transición con el litoral, identificada como barrocal, se beneficia de acuíferos subterráneos y se caracteriza por su clima templado en invierno, sin heladas o bajas temperaturas, y por ser una zona más protegida de la salinidad del mar. Aquí predominan las hortalizas, los cítricos, el higo, el algarrobo, la aceituna y la almendra de cáscara tierna.
Junto al mar, la ciudad construida durante muchos siglos a partir de un poblado fenicio situado en la colina genética?, fue creciendo en los siglos XV y XVI hasta el río, cuyo curso fue acompañando, ocupando tierras anegadas en las dos orillas hasta el área del estuario.
En el litoral destaca el sistema lagunar y las islas-barrera de Tavira y Cabanas, integradas en el que ha sido internacionalmente clasificado como Parque Natural da Ría Formosa. Esta es una zona muy llena de vida, donde se desarrollan actividades atuneras y marisqueras, pesca artesanal, captura de moluscos y bivalvos, extracción de sal y viveros. Además, en las proximidades del mar se planta viña y persisten algunas áreas de cultivos mixtos.
Los paisajes culturales forman parte de la identidad histórica de la región. Es imprescindible COMPRENDER, PRESERVAR Y VALORIZAR su elevado valor patrimonial, potencial lúdico y económico.
Con la sedentarización, la agricultura y actividades extractivas, los espacios naturales se han ido transformando en paisajes culturales. Éstos nos dan preciosa información histórica sobre nuestra relación con los lugares, en muchos casos de gran belleza, susceptibles de integrar el patrimonio cultural clasificado y atraer visitantes.
Olivos, viñedos, dehesas y sembrados son imágenes distintivas del paisaje mediterráneo.